Estado contra pueblo

viernes, 29 de febrero de 2008



(por Arnaldo Sepulveda y Maria José Nuñez, UMCE)




El tema se desarrolla bajo la historia del estado chileno, que a través de la historia y de una serie de políticas jurídicas y de fuerza a llevado a cabo la desestructuración territorial del pueblo mapuche, que se ha visto desplazado de su territorio por ser sus tierras provechosas para diversos proyectos económicos, dentro de los cuales no pueden ni quieren ser incluidos, tanto por su percepción del espacio material como por su cosmovisión.
Partiremos explicando las políticas del estado chileno, desde la pacificación (solo un eufemismo que esconde el drama de la invasión militar) a nuestro presente, para luego ver la antítesis de este drama humano, el pueblo mapuche.
No esta demás decir que este trabajo tiene una visión muy parcial, apoyamos con sinceridad la causa mapuche y creemos en lo justo de sus reivindicaciones. Pero también creemos que en el dialogo y el cumplimiento de la palabra dada esta la base de la confianza para avanzar y construir, y en esto el estado chileno a sabido no cumplir, constriñendo cada vez más el territorio y, junto con ello la espiritualidad y su cosmovisión.
Sin embargo, no esta todo perdido, el pueblo mapuche ha sabido levantar su voz y esta llevando a cabo medidas que contemplan no solo recuperar las tierras que les corresponden por acuerdos firmados con el estado chileno (porque ni hablar de los parlamentos con la corona española ni mucho menos de los territorios prehispánicos), sino también mantener su espiritualidad y cosmovisión dado lo importante que es esto para cualquier pueblo que pretenda permanecer en el tiempo.
Las políticas del estado
Las políticas de estado chileno desde sus inicios han sido en torno a ideas mono culturales, monolíticas y euro centrista, dejando segregadas las cosmovisiones y tradiciones de los pueblos originarios. En este contexto, vemos que la realidad latinoamericana se ha configurado en torno a las dinámicas de la economía mundial, lo cual llevó a la anexión, en el caso chileno, de los territorios ya reconocidos anteriormente como patrimonio del pueblo mapuche, en torno al cual plantearemos la problemática.
Desde el siglo XIX, la incorporación o “pacificación” de la Araucanía al territorio nacional se vio enmarcada, como lo plantea Carmagnani, en la necesidad de aumentar la producción agropecuaria, al mismo tiempo que se prescindió de la inversión de capitales que era necesario para llevar a cabo una producción más intensiva a través de especialización y tecnología, siendo así la única vía para continuar integrando los circuitos del mercado mundial el establecer mayores extensiones de tierras cultivables, solucionando tanto la necesidad de aumento de la producción como la falta de capitales . En este sentido, la lógica expansionista se dio en torno a la incorporación del territorio mapuche[1].
Las políticas de incorporación del territorio fueron exclusivamente en torno a la cosmovisión occidental, estableciendo como primera prioridad el llamado “bienestar nacional” dentro de las perspectivas económicas, en donde se enmarcan, desde los años 80, la explotación del territorio por parte de grandes empresas dedicadas a la producción forestal, la construcción de centrales hidroeléctricas y otros megaproyectos, que se configuran como las nuevas formas de establecer relaciones con la economía neoliberal. Esta realidad ha llevado a la negación de la existencia de una economía pre existen en dicho territorio, relegando al pueblo mapuche a reducciones territoriales, cuya extensión estaba prevista solo para la economía de sobrevivencia, siendo el pueblo mapuche “sometidos a un permanente despojo e intento de asimilación social, cultural y lingüística por parte del Estado de Chile”[2], lo que actualmente ha tratado de ser regulado a través de iniciativas como la ley indígena, Araucanía tierra viva, educación bilingüe y el proyecto orígenes, que son mal evaluados por los mismo indígenas a causa de no corresponder a las necesidades reales, por ser, a su juicio, improvisadas y por que no dan respuesta a las verdaderas demandas que ellos han expresado.
En este contexto, podemos ver que el problema del territorio mapuche se basa en su incorporación al mercado mundial, y su consecuencia en la creación de reducciones junto con los movimientos migratorios a falta de territorio, a lo que se le agrega la imposición de concepciones político-administrativas occidentales, representadas en la creación de conceptos regionales y comunales dentro del ancestral territorio, siendo ambos factores elementos de desarticulación identitaria, cultural y social.
La antítesis, la otra cara de la moneda
La contrapartida de esta problemática es la del pueblo mapuche, que es el blanco de las políticas estatales en cuanto ocupan o reivindican territorios que son productivamente ricos para el establecimiento de empresas forestales, agro bussiness y mega proyectos como las represas hidroeléctricas.
Para las ciencias sociales, el concepto territorio tiene un carácter polisémico, en este trabajo se utilizó el nombrado por Luis Campos Muñoz que es considerado no como un espacio físico, sino más bien como el producto de un conjunto de relaciones que los individuos o los grupos sociales construyen y mantienen a la vez por si mismo (la interioridad), con el mundo material (la exterioridad), y con el entorno social (la alteridad u otredad) para satisfacer sus necesidades y mantener su autonomía como individuo o grupo[3].
De lo anterior vemos que no es raro que los mapuches no usen conceptos que existían antes de la conquista hispana en el territorio y que eran de uso común como Lof o ayllarewe[4], puesto que estas entidades territoriales sufrieron una dramática desarticulación debido a la incorporación de los mapuches a la nación chilena a fines del siglo XIX. El control mapuche sobre estas unidades territoriales quedó fragmentado y las consecuencias tuvieron un doble ámbito material e inmaterial, atentando a la integridad tanto del espacio físico, como de la filosofía, cultura y espiritualidad de la sociedad mapuche. En lo material, la desarticulación territorial se evidencia en el estrechamiento dramático de las tierras como sustento de vida.[5]
La fundamentación de sus reclamos parte desde que ellos se establecieron con anterioridad al establecimiento del estado chileno, inclusive a la llegada de Almagro, por lo que estos territorios, por ese sólo hecho ya les pertenecen. Además de esto, existen documentos legales que acreditan la existencia de un territorio autónomo al sur del rio Bío- Bío después del desastre (o triunfo, depende del lado en que se mire) de Curalaba en 1598, que concluyó con un segundo gobernador del rey muerto a causa de los naturales, cosa inédita en toda América[6]. Pero después de la derrota en 1884, el estado chileno se apropio de la mayor parte de las tierras, radicando a las llamadas “reducciones”. Este proceso llegó a su apogeo en la dictadura militar. Ejemplo de esto es el Lof de Choloy. “Puesto que el Lof tiene 1200 hectáreas, siendo que el estado entrego 8300 hectáreas” lo que significa una perdida del 83%[7]. Este proceso llegó a su punto máximo con la dictadura de Pinochet en los ’80 del siglo XX, donde la totalidad de estas ‘reducciones’ fueron divididas. Lo que sin duda contribuyó a debilitar aún más el sentimiento comunitario y la conciencia de pertenecer a un Lof.
Otra causa, además la reducción y la división del espacio material, sino también en la imposición, por parte del estado, de una territorialidad ajena: límites político-administrativos que no tomaron en cuenta las jurisdicciones indígenas, autoridades, sistema de educación e instituciones religiosas occidentales, etc. La enajenación simbólica del territorio por la institucionalización chilena tuvo impactos muy profundos, interviniendo con su poder de negación hasta el sentido de lo que es el concepto de realidad para los mapuches. “La comunicación mapuche abarca tanto los elementos tangibles (el espacio material) como intangibles del mapu, del territorio (espacio espiritual). Incluye, entre otros, la comunicación con los ngen, es decir, los dueños o espíritus del lugar, de un territorio, o con los alwe, los espíritus de los antepasados. En la cosmovisión mapuche, estos seres hacen plenamente parte de la realidad territorial. No obstante, la racionalidad y la religiosidad occidental las despreciaron –y lo siguen haciendo-, relegando su existencia en las esferas de la imaginación, de lo irreal, de lo pagano, o de la superstición”[8]
Sin embargo, ya a fines de los 90’s las organizaciones mapuches buscan frenar el proceso de desestructuración cultural y territorial con la revitalización de los territorios ancestrales y de sus lonkos y otras autoridades tradicionales.
La lucha continua.
Siguiendo la lógica dialéctica, vemos como la contraposición de estas dos realidades llegará a un nuevo planteamiento que podríamos llamar síntesis en cuanto al planteamiento de la solución para preservar el territorio tanto en su dimensión espacial como espiritual.
Las reivindicaciones del pueblo mapuche se han dado en diversos tonos y modalidades, la recuperación de la cultura en todas sus dimensiones los ha llevados a diversas actividades que parecen ajenas a la realidad nacional, lo que ha sumados más dificultades por parte del estado a las ya presentes en sus proyectos. La falta de aceptación de la policulturalidad existente en Chile es lo que lleva a las organizaciones mapuches a crear proyectos propios para mantener viva su tradición y cultura.
Ejemplo de ello son las iniciativas iniciadas por el Consejo de caciques del Pikunwijimapu[9], el cual se extiende desde el río Toltén al Bueno y de la cordillera de los Andes al océano Pacífico, hecho que podemos inmediatamente contrarrestar con las condiciones político-administrativas oficiales, pues este mismo territorio es identificado como la región de la Araucanía (novena), la de los Ríos (decimocuarta) y de Los Lagos (décima).
El proyecto que están llevando a cabo es lograr elaborar la cartografía de lof Chodoy, que se ubica político-administrativamente en la provincia de Cautín y la capital regional de Valdivia, siendo este proyecto un acto autónomo del consejo, es decir, que fue creado, realizado y controlado desde éste.
Uno de los elementos gravitantes en este proyecto es que está acompañado por un importante respaldo geográfico, a través de la incorporación de elementos disciplinarios por la asociación con un proyecto de tesis geográfico, que logró incorporar las metodologías geográficas, los sistemas de información geográfica (SIG) y el uso de GPS.
Esta iniciativa es producto de la idea de un nuevo planteamiento territorial y cultural a través del estudio que tienen líneas generales basadas íntegramente y elaboradas desde la visión propia, que a la vez no es solo académica o identitaria, sino que propositiva además de trasformadora de la realidad impuesta.

bibliografía

[1] Carmagnani, Marcelo (1979), Estado y Sociedad en América Latina 1850-1930, Editorial Crítica, Barcelona
[2] DECLARACION PUBLICA DE LOS MAPUCHE-LAFKENCHE DEL BUDI, 12 de octubre de 2007

[3] Hirt, Irene Et. Al. Resistencia territorial en América Latina: Los espacios como posibilidad y como potencia. Descolonizando y reconstruyendo el lof: Procesos de autonomía mapuche en el sur de Chile a través de la experiencia cartográfica indígena. Santiago. Pág. 48
[4] El Lof es un micro territorio, antes de la incorporación mapuche a la sociedad chilena , era una entidad territorial mapuche constituida por grupos de familias extensivas, descendientes de los mismos troncos familiares y cuya autoridad política era el Lonko. Pertenecían al lof no solo las personas que habitaban su territorio, también los otros elementos tangibles e intangibles como los animales, los espiritus, las montañas, etc.
Ayllarewe, literalmente, nueve rewe o lof
[5] Hirt, Irene Et. Al. Resistencia territorial en América Latina: Los espacios como posibilidad y como potencia. Descolonizando y reconstruyendo el lof: Procesos de autonomía mapuche en el sur de Chile a través de la experiencia cartográfica indígena. Santiago. Pág. 49
[6] Bengoa, José et. Al, Comisión verdad histórica y nuevo trato
[7] Hirt, Irene Et. Al. Resistencia territorial en América Latina: Los espacios como posibilidad y como potencia. Descolonizando y reconstruyendo el lof: Procesos de autonomía mapuche en el sur de Chile a través de la experiencia cartográfica indígena. Santiago. Pág. 51
[8] Hirt, Irene Et. Al. Resistencia territorial en América Latina: Los espacios como posibilidad y como potencia. Descolonizando y reconstruyendo el lof: Procesos de autonomía mapuche en el sur de Chile a través de la experiencia cartográfica indígena. Santiago. Pág. 52
[9] Hirt, Irene Et. Al. Resistencia territorial en América Latina: Los espacios como posibilidad y como potencia. Descolonizando y reconstruyendo el lof: Procesos de autonomía mapuche en el sur de Chile a través de la experiencia cartográfica indígena. Santiago. Pág. 46

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